—¿Ha leído usted Guerra y Paz?
—¿Cómo dice?
—Guerra y Paz, de
mi tocayo León Tolstói.
—No —repuse, sin comprender a qué venía aquello—. Lo
empecé, pero lo dejé a la cuarta batalla o a la cuarta fiesta, no recuerdo
bien.
—Una lástima —opinó—. Siempre pregunto esto, porque tengo la pequeña
manía de dividir a la gente entre quienes han leído y quienes no han leído ese
libro. Hay una raya divisoria entre quienes soportan mil quinientas páginas de
sabiduría continua y quienes se rinden a medio camino. Esperaba sinceramente
que usted estuviera del otro lado de la raya.
—Lamento defraudarle. Sólo termino
los libros que me mantienen la curiosidad.
—En cualquier caso, la frase que quería citarle debe de estar
por la página veinte, así que seguramente la leyó, aunque acaso no la recuerde.
La pronuncia el príncipe Andréi: Querido, no puede decirse en cualquier parte
lo que uno piensa.
El alquimista impaciente (Lorenzo Silva)
Gerra i Pau va ser per a la meva desencisada adolescència una revelació i es va convertir en la mesura secreta de totes les meves aspiracions i el meu ideal de vida.
ResponEliminaEm vaig enamora de la Nataixa la Maria, la Sònia, el príncep Andrei, de Pierre Bezukhov. Amb ells vaig plorar i vaig somiar. La vida al Silos em semblava més suportable si al final la Nataixa es casava amb el Pierre i es convertia en una mare de sòlids malucs, si el príncep Andrei moria mirant la profunditat de cel que tenia sobre el cap i la Sònia es pintava un bigoti amb negre de fum en aquella cara bonica encesa de passió.
La vida, doncs, a fora, era gran, bonica, dolorosa i sagrada i un dia jo l'atraparia.
Marisa Madieri - Verd aigua.